Mi primer masaje californiano

En realidad fue el reiki el que me descubrió lo que nos perdemos gran parte de nosotros: el tacto humano. Nos relacionamos con la cabeza, con la palabra, también con la empatía. Pero qué poco nos detenemos a mostrarnos lo importantes que somos unos a otros. A calmarnos, a querernos.

Vengo de una familia que no se tocaba, apenas se daba algún beso. Estoy por tanto acostumbrada a vivir sin abrazos. Llegar al masaje me ha enseñado lo absurdo de este acostumbrare. Se puede vivir sin flores, sin cultura, sin el mar, sin amigos, pero qué sentido tiene. Lo mismo pasa con el tacto.

Pero fue el masaje-hamacado que me dio Roger, uno de mis grandes maestros, el que me dio la clave: un masaje es tratar a una persona con respecto y cuidado. Es llevarla a que se ame a sí misma.

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