A veces nos invaden olas. De tristeza, de ira, de acomodo... Qué bello es observarlas. Una ola de tristeza, por ejemplo, tiene cantos de sirena, cómo nos llama. Se está bien en la tristeza, a veces. Desde allí se detiene el mundo. Se recuerda lo bueno en tonos mortecinos. Pero es aire viciado. Ventilemos. No somos tristeza. Está bien. Ha venido. Sopla y que siga su camino. Tú tienes un universo de amor dentro de ti. Simplemente, no cabe.